Y es que un día estás en Mendoza, luego de unas horas estás sobrevolando el desierto del Sahara, y en unas horas más aterrizando en un lugar completamente nuevo. Es todo muy rápido. De pronto tenés casa nueva, facultad nueva, amigos, familia…todo es nuevo. Te encontrás frente a lugares, monumentos y personajes que seguramente ya conocías por fotos, o porque alguien que había estado ahí te había contado sobre ellos. Pero ahora estás vos, con la posibilidad de observarlos en persona, mirarlos del ángulo que vos quieras, darles la vuelta, sacarles tus propias fotos...
Son días intensos, en los que uno va descubriendo con mucho entusiasmo y asombro lo que será su nueva vida por seis meses. Son días en los que la frase “todavía no caigo que estoy acá” se torna muy repetitiva y monótona, y en los que soñás que todavía estás en Mendoza, en tu casa, con tu gente.
Pero con el correr de los días la gran inercia con la que uno llega, después de semejante movimiento, se va haciendo cada vez más débil. Hasta que un día, en algún momento, sucede. Y entonces descubrís que realmente has llegado. Que sos vos y que realmente estás en España. Que estás viviendo lo que durante bastante tiempo fue sólo un sueño o un proyecto, pero que gracias al apoyo de ciertas personas e instituciones se ha materializado, y es ahora lo que estás viviendo.
Creo que en ese momento uno realmente llega a destino, y a partir de ahí se pueden disfrutar las cosas con una mirada más profunda. Lo que al principio te pareció un enorme “choque cultural”, ya no es tan “choque” y empezás a conocerlo y vivirlo. La “frialdad” de las personas que describiste en un principio ya no te da tantos escalofríos, y empezás a relacionarte, conocerlos y entenderlos. Y así todas las cosas se van acomodando y uno va encontrando su lugar, construyendo su nueva vida y encarando los objetivos y metas propuestos en un principio."
Saludos a todos!
Nico Santucho desde Madrid, España.