Por influencia de los esclavos provenientes de África Occidental (Nigeria, Togo, Benín y Ghana), entró a Brasil el candomblé que, en la lengua africana bantú, significa “casa del pequeño negro esclavo”.
Es una religión estructurada, cuyo pilar es el culto a Ifá (el Dios) y a los Orixás, entidades que representan las fuerzas de la naturaleza. Entre los siete Orixás, se adora a Iemanjá, que en lorubá, lengua de los yorubás, grupo étnico-lingüístico de aquel Oeste africano, significa “madre cuyos hijos son peces”.
Ella es la reina de todos los mares, y ese es el motivo por el cual sus seguidores la homenajean con ofrendas que se entregan en las playas. El día de Iemanjá es el 2 de febrero. Ese día sus seguidores realizan ofrendas de flores, como también de perfumes, joyas, frutas, espejos y peines.
Iemanjá es a la vez una mujer y un pez. En el candomblé está representada por una sirena. Ella preside y protege lo que el universo tiene de amoroso, de maternal, de pacificador y de creador.
Iemanjá come melón, camarones, arroz con leche y uvas verdes. Bebe vino blanco y champagne. El saludo a Iemanjá es odo yá (madre de las aguas), u odossiaba.
Los africanos procedentes de Angola, que eran de otra religión, la umbanda (que significa “el arte de curar”, en bantú), adoptaron el culto de los Orixás, y sincretizaron Iemanjá con la Virgen María. El color de Iemanjá es celeste, por ese motivo se encienden velas celestes en su honor.
En el último día del año es costumbre en Brasil, incluso para aquellos que no practican los rituales afro-brasileños, llevarle flores, en particular rosas blancas, que se arrojan al agua, pidiendo a Iemanjá muchas bendiciones y protección para el año que va a iniciar.
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31 de octubre de 2024